Universo noviembre-diciembre 2019
47 NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2019 EXOPLANETAS ! U n planeta dos veces más grande que la Tierra, un 40% más grande en volumen y ubica- do a la distancia correcta de su es- trella de tipo so- lar, podría ofrecer formas de vida más hospitalarias que las que se en- cuentran en la Tierra. temente significativas como para hacer que la luna sea inhabitable. Si ahora imaginamos empujar el sistema hacia regiones cada vez más alejadas de la zona habitable estelar, en- contramos lugares donde la luna más cer- cana será habitable una vez más debido a la disminución del suministro de calor estelar. En casos extremos, incluso un sistema pla- neta-luna ubicado fuera de la zona habita- ble puede ofrecer condiciones habitables si los dos cuerpos están lo suficientemente cerca el uno del otro como para mantener el agua líquida en la superficie de la luna. En cierto sentido, los gigantes gaseosos lejos de la zona estelar habitable tienen su propia zona habitable planetaria. De los diferentes escenarios presentados hasta ahora (y son solo algunos de los posi- bles), emerge toda la elasticidad dentro del concepto de habitabilidad, tanto cuando se usa para definir una región circumestelar como para etiquetar un planeta. Es probable que existan mundos y formas de vida super- habitables mucho más avanzados que los te- rrestres. A pesar de esto, el anhelo de en- contrar algo muy similar a nuestra realidad sigue siendo irresistible. órbitas notablemente elípticas, que, aunque se muevan principalmente fuera de la zona habitable, podrían ser calentados por las fuerzas de marea ejercidas por su estrella. Pero el escenario más interesante es quizás el de las grandes lunas, que pueden ser habita- bles independientemente de su ubicación en la zona habitable de una estrella gracias en gran parte al calor producido por las fuerzas de marea impulsadas por su planeta. Imagine una luna tan grande como la Tierra en órbita alrededor de un planeta del tamaño de Júpi- ter, ambos a aproximadamente 1 UA de una estrella similar al Sol. Si la luna se mueve en una órbita tan grande como al menos 20 veces el radio del planeta, es la estrella la que le proporciona toda la energía necesaria para ser habitable. La relevancia del planeta como fuente de luz estelar reflejada, emi- sión térmica residual e incluso calentamiento de marea que proporcione energía para im- pulsar los procesos superficiales en la luna es, en este escenario, marginal. Sin embargo, si movemos la luna a una ór- bita más cercana al planeta, las contribucio- nes térmicas de este último, combinadas con las de la estrella, pueden volverse lo suficien- UNIVERSO
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