Universo septiembre-octubre 2019
F otografías tomadas durante las primeras expediciones de Leonid Kulik, mostrando destellos de la devastación de la taiga siberiana, producida por el evento Tunguska. Los pocos árboles que quedaron en pie se llamaron “postes de telégrafo”. Para evaluar completamente las noticias, sin embar- go, es necesario volver sobre lo que sucedió en Sibe- ria Central en el ahora distante 30 de junio de 1908. A las 7:15 hora local, en el cielo de la meseta bañada por el río Podkamennaya Tunguska, en un territorio casi inaccesible y deshabitado, aparece una bola de fuego que algunos testigos describirán como roja, más grande y más brillante que el Sol, acompañada por un rastro de polvo, truenos y una aterradora ex- plosión final. Las casas temblaron incluso a gran dis- tancia del lugar de la explosión, una onda de presión recorrió la Tierra dos veces y en las noches siguientes se notó un brillo extraordinario del cielo, tanto en toda Rusia como en el norte de Europa. En Inglate- rra, en la noche entre el 30 de junio y el 1 de julio, el cielo no se oscureció y en Londres se podía leer el pe- riódico a medianoche. En Escocia, en Glasgow, el cielo era tan brillante que solo las estrellas de pri- mera y segunda magnitud eran visibles. UNIVERSO
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