Universo marzo-abril 2022

MARZO-ABRIL 2022 UNIVERSO pio universo. Spitzer proporcionó ejemplos brillantes en la propia ima- gen del Campo Ultra Profundo del Hubble de fuentes infrarrojas muy prominentes y distantes que simple- mente no existen según los detecto- res del Hubble. Se trata de galaxias que irradiaban luz en el espectro vi- sible pero cuyos fotones se han esti- rado hacia el infrarrojo, un problema que podemos resolver seleccionando un telescopio dedicado a esa radia- ción de mayor longitud de onda. En cuanto a la ciencia que realizará el JWST, la alta sensibilidad en la re- gión infrarroja del espectro significa una gran cantidad de oportunida- des de observación. Consideremos los dos ejemplos mencionados ante- riormente. Los lectores de esta revista son cons- cientes de la complejidad tanto de encontrar exoplanetas habitables como de determinar si la detección de vida −simple o compleja, inten- tando comunicarse activamente o contenta en su aislamiento− va a ser algo que permitan nuestras tecnolo- gías actuales. Al igual que las enanas marrones, los cometas, los objetos del cinturón de Kuiper, los discos de des- echos, los planetas de nuestro propio Sistema Solar y los nuevos objetos que aún no se han descubierto (todos estos objetos son también futuros ob- jetivos de Webb), los exoplanetas no brillan de forma prominente como las estrellas que orbitan o de las que se han desprendido. Su emisión es más intensa en el infrarrojo que en el visible. Por ello, se puede obtener más información, y aprender más, re- cogiendo datos en estas longitudes de onda más largas. El problema, por supuesto, es la proximidad de estos planetas a sus estrellas anfitrionas, que ha hecho que la imagen directa de la mayoría de los exoplanetas sea casi imposible. Webb combina una sensibilidad mayor que nunca con los coronógrafos a bordo de sus instru- mentos NIRCam y MIRI para “blo- quear” la estrella asociada y obtener imágenes directas de los exoplanetas en el infrarrojo. Esta observación es algo complica desde la Tierra debido a las propias moléculas que han he- cho posible la vida: el vapor de agua y el dióxido de carbono de nuestra atmósfera, que absorben las mismas longitudes de onda infrarrojas que queremos medir. Si tomamos el lapso de 100 millones de años como un capítulo de un libro de historia del universo, actualmente nos encontramos en el lejano capí- tulo 138. A pesar de que sólo hemos empezado a leer hacia atrás para des- V ista artística de los espejos, de- tectores y estructuras de soporte del Webb, todos ellos situados en el lado opuesto de los parasoles del te- lescopio con respecto al Sol, que se muestra como un resplandor brillante en la parte inferior derecha. [NASA GSFC/CIL/Adriana Manrique Gutierrez]

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