Universo marzo-abril 2020
52 Hasta la década de 1960, las revistas de astronomía se hicieron principalmente con criterios muy clási- cos y se publicaron en un estilo decididamente re- tro, comparable al de las publicaciones del siglo XIX. Los pocos anuncios que aparecían en estas re- vistas ciertamente no eran irresistibles para los po- cos lectores, y a menudo los productos ofrecidos, aunque modestos, estaban mucho más allá de las posibilidades económicas del lector promedio. No pocas veces, esos pioneros comerciantes de te- lescopios y accesorios desaparecieron del mercado junto con las revistas en las que colocaron sus anun- cios. Era evidente que sin un número suficiente- mente grande de lectores e ingresos publicitarios adecuados, ninguna revista de astronomía podría haber ofrecido una distribución amplia, un diseño atractivo, contenidos diversificados y una planifi- cación editorial a largo plazo. Comenzando desde la década de 1960, pero espe- cialmente en la década siguiente, el mundo de la astronomía amateur experimentó un punto de in- flexión decisivo: el mercado se inundó de telesco- pios producidos en masa a costos relativamente bajos. En ese momento, la relación entre los fabri- cantes y minoristas de estos instrumentos y las re- vistas de astronomía se volvió simbiótica. El telescopio-símbolo de ese punto de inflexión fue probablemente el reflector Schmidt-Casse- grain de 8” producido por reconocidas firmas ca- lifornianas. Era el sueño de muchos aficionados, un instrumento del futuro en comparación con los pequeños refractores japoneses, pero era bastante caro, así como otros modelos innovadores de esos años. Por lo tanto, se necesitaban muchos anun- cios para poder vender muchos de ellos. Desde los años 70 hasta mediados de los 90, el canal más adecuado para anunciar las nuevas ge- neraciones de instrumentos para los astrónomos aficionados fue el de las revistas de astronomía, que a su vez, reconociendo el negocio, comenza- ron a vender espacios publicitarios a precios exor- bitantes. Los únicos que no ganaron fueron los astrónomos aficionados, pero todos estaban feli- ces de todos modos. En este escenario idílico, la astronomía amateur explotó. Aunque el vértice se alcanzó en diferen- tes momentos en diferentes países, no nos equi- vocaremos si colocamos ese período dorado entre 1985 y 1995. Las asociaciones de astrónomos afi- cionados se multiplicaron, los telescopios se ven- UNIVERSO El boom de la astronomía amateur
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