Universo enero-febrero 2019

42 ENERO-FEBRERO 2019 ASTROBIOLOGÍA 100 °C. Aparentemen- te, incluso el trauma de la caída en la Tierra pa- rece imposible de supe- rar, porque es precisa- mente el trozo de roca que podría contener a los organismos el que impacta en el suelo. Sin embargo, varios estu- dios han demostrado que la entrada a la at- mósfera se produce a velocidades entre 12 y 20 km/s, y la fricción producida crea una cor- teza derretida alrededor del meteoroide que evita que el sobrecalentamiento penetre en el interior, más allá de los primeros milíme- tros. Esto permitiría a los organismos hipoté- ticos mantener su temperatura y superar esta fase crítica. Finalmente, el impacto con el suelo es menos violento de lo que podemos imaginar a primera vista, ya que la velocidad ya ha caído a unas pocas decenas de metros por segundo. De hecho, un meteorito puede permanecer intacto si impacta en un suelo blando o en agua. No sabemos hasta qué punto los modelos de este proceso son apli- cables a otros sistemas planetarios, también porque las tres fases de la panspermia siem- pre se han modelado y simulado por sepa- rado, y el resultado de cada una de ellas depende de muchos factores variables. Sólo recientemente, los investigadores in- tentaron fusionar las diversas soluciones en E ntre 2008 y 2010, una co- lonia de bacterias extremófilas lla- mada Gloecapsa, tomada de los acantilados de Beer, en Devon, Reino Unido (foto a la izquierda), fue expuesta al exterior de la Es- tación Espacial Internacional (abajo), solo pro- tegida por las rocas que la al- bergaban. Al re- gresar a la Tierra después de 553 días, las muestras de roca aún con- tenían una gran cantidad de bac- terias viables. [NASA, Open University] dad de que la vida haya llegado a la Tierra desde Marte (o viceversa). Sabemos que, en los primeros mil millones de años, el planeta rojo podría albergar formas elementales de vida. También sabemos que hace entre 4100 y 3800 millones de años, los planetas rocosos sufrieron un intenso bombardeo de asteroi- des. Finalmente, sabemos que muchos me- teoritos originados en rocas marcianas lan- zadas al espacio durante ese bombardeo (y más recientemente también) terminaron ca- yendo a la Tierra. Todo el proceso se ha caracterizado científi- camente con suficiente precisión, y aunque no hay evidencia de que la vida terrestre descienda de los organismos marcianos, la proximidad entre las órbitas de los dos pla- netas permite que las tres fases de la pans- permia , es decir, la expulsión inicial, el viaje interplanetario y la caída final, sean obstá- culos superables. Los modelos matemáticos y los experimentos en el laboratorio y en la órbita terrestre baja han demostrado que las bacterias y las esporas extremófilas son ca- paces de soportar aceleraciones y desacele- raciones violentas, y la exposición prolonga- da a la radiación solar y cósmica. Puede parecer extraño que algo sobreviva a la energía desencadenada por una colisión de asteroides en Marte, pero debemos imaginar que la tierra adyacente al punto de impacto despega por el retroceso y el único trauma que los organismos tienen que superar es la aceleración. Las simulaciones indican que la mayoría de las rocas periféricas arrojadas al espacio alcanzan temperaturas por debajo de UNIVERSO

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